CITAS Y AFORISMOS
"Es una experiencia verdaderamente fascinante, te olvidas de todo, de todas las preocupaciones, de todos los problemas, toda tu atención se centra en no caerte, es un deporte en el que interviene todo el cuerpo. Produce una enorme sensación de libertad sentirse tan cerca de las rocas, de la naturaleza, de las montañas, cuando alcanzas la cima sientes tal felicidad que quieres volver a experimentar esa sensación lo más a menudo posible".
Leni Riefenstahl

lunes, 19 de julio de 2010

- EL SUEÑO, GASTON REBUFFAT

EL SUEÑO (Hielo, nieve, roca)

En el límite de la tierra de los hombres, erguido en la cumbre que embrujó sus noches, el joven alpinista yergue su cuerpo y su corazón, su alma y sus sueños.
Una región de nieves y rocas se extiende ante él hasta perderse de vista, en medio del silencio y el misterio infinito. Las montañas son un mundo aparte: no parecen una porción del planeta, sino un reino independiente, insólito y misterioso, para penetrar en cuyos dominios las únicas armas son la voluntad y el amor...
Fisuras, chimeneas, placas, extraplomos... El joven alpinista ha dado lo mejor de si mismo para superarlos. Ahora contempla el grandioso panorama, mientras brota en su interior una dicha que no conocía, pero cuya necesidad presentía confusamente. La sangre hierve en sus músculos, su corazón late de emoción, el aire es cortante, el sol difunde su tibieza. Al extremo de una cuerda, el joven alpinista descubre una hermosa y seria amistad: la del compañero de cordada.
Y aunque las brumas y las nubes cubren la tierra de los demás, aquel reino se hace suyo por unos instantes: es un reino que siempre volverá a buscar.
Victoria sobre la tierra, victoria sobre si mismo, una merecida recompenza a su esfuerzo.
La juventud, para vivir, debe sentir un gran deseo. Cuando yo tenía quince años, era tan alto como ahora y más delgado; tenía poca fuerza en los brazos y a duras penas podía realizar con ellos una tracción. ¡Pero cómo deseaba llegar a ser alpinista y hasta, tal vez, guía!
Escalar es un instinto. Los niños trepan con mil amores a las ventanas, los árboles y las paredes: lo hacen por el placer de escalar, descubrir, ver más lejos y desde más alto. ¿No es eso, en el fondo, lo que los mayores llaman «alpinismo»? A los quince años tuve la suerte de que ese mismo instinto de la infancia se despertara en mí. Quizá porque crecí en el más hermoso terreno de juegos con que pueda soñar un niño, en un jardín salvaje, desierto y sin más barreras que las rocas y el mar: el macizo de las Calanques, entre Marsella y Cassis.
¡Llegar a ser alpinista!...
Me gustaba la alta montaña. ¡Cuántas veces la había entrevisto desde un valle, un puerto, una modesta cumbres! Pero no me bastaba. Mi deseo era conocerla y escalarla. Aún no tenía una gran resistencia y, en consecuencia, sabía que tendría que dosificar mis esfuerzos. Vivía en Marsella y, de vez en cuando, experimentaba la necesidad de evadirme de la ruidosa ciudad.
En la vida de todos los dias felices y decisivos. Un domingo de abril, un amigo mío, Henri Moulin, ocho años mayor que yo, me llevó a escalar en las Calanques, precisamente en la Grande Candelle...
Dejé de buen grado la gran ciudad a mis espaldas. Volvía a seguir lleno de alegría aquel camino que me era familiar, pues muchas veces lo había recorrido para contemplar la Grande Candelle. Pero ahora ¡Iba a escalarla! En mi mente se barajaban el deseo y el temor.
Caminábamos en silencio. En el fondo de mi ser experimentaba un íntimo gozo, pero también sentía una punzada en el corazón: hasta aquel día jamás había ido encordado, nunca había escalado «de verdad», y, después de haberlo deseado tanto, sentía miedo. Moulin, a pesar de su afabilidad, me impresionaba. Él «sabía» lo que llevaba entre manos. ¿Cuántas escaladas había realizado ya? ¿Cuántas altas cumbres había hollado? Yo tenía confianza en él, pero, por todas estas razones, aún me impresionaba más.
Al pie de la muralla, desplegué torpemente los anillos de cáñamo. Medio aterrorizado, medio emocionado, me encordé o, mejor dicho, Moulin me encordó. Luego, él se puso a la cabeza de la cordada. Lleno de ansiedad, lo vi escalar y desaparecer después tras un ángulo de la roca. Cuando me quedé solo, me di cuenta de lo que es una cuerda; la sostenía mejor, y cuando la vi elevarse en la pared, adquirió para mis ojos un gran valor: acababa de comprender la belleza de este vínculo.
Finalmente, oí la voz de Moulin que me llamaba. La cuerda se tensó. Empece a trepar, y por dos veces la cuerda – prolongación amistosa de la fuerte mano de Moulin – me evitó un paso difícil.
Con más o menos dificultades, pero muy contento, continué la escalada hasta reunirme con él. Me había impresionado la seguridad que demostraba, pero entonces su sonrisa serena me tranquilizó
A cada largo de cuerda, aquel mundo de piedra y de silencio, que yo temía y a la vez deseaba, se fue convirtiendo en algo fraternal: sentía que me estaba dominando y que durante mucho tiempo le pertenecería.
Ante nosotros teníamos el mar y el horizonte, que sugieren lo infinito de los grandes espacios. Por debajo y por encima de nosotros se hallaba la vertical de las altas paredes que de la profundidad del cielo. Encuentro excepcional de las dos simples y grandes líneas. ¡Qué sobriedad y qué grandeza para el bautismo de una vocación! El veterano iniciaba a un entusiasta, abriéndole de pronto las puertas de su futuro reino.
Por la noche, de regreso a mi casa, estaba convencido de haber hallado la verdadera felicidad, en consonancia con mi temperamento. Al dia siguiente, y en dias sucesivos, continué pensando en aquel primer domingo...
Luego, poco a poco, el recuerdo de las cumbres entrevistas se mezcló con el de aquella primera escalada. Me puse a hacer proyectos...
Me dispuse a adquirir un equipo, el hermoso equipo que ya miraba con amor: el piolet – mi piolet - , la cuerda – mi cuerda -, mis grampones, mi mochila, y, lleno de fervor, aguarde el momento de partir hacia la alta montaña.
Iba a aprender la técnica, no de la escalada, sino del alpinismo. Moulin iba a introducirme en un mundo donde sólo puede penetrarse con alegría y respeto.

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